Ferran Berenguer es un agricultor, biólogo de formación, que antes trabajaba en una cooperativa de consumo. En 2007, al inicio de la crisis económica, se puso a trabajar en el campo. Se asoció con Joan Llorens, agricultor de nacimiento, y decidieron dedicarse a la agricultura ecológica.
Su trabajo en la cooperativa de consumo de producto ecológico, permitió a Ferran conocer bien el mercado, por lo que ahora sabe dónde está su público. «El producto ecológico se introduce con la confianza del cliente», dice. Si esto falla, se rompe la parte más valiosa de la relación comercial. Es por eso, cree Ferran, que toman relevancia los grupos de consumidores que se organizan para la compra de producto ecológico.
En Cal Roset de Sant Vicenç dels Horts, Ferran, Joan, sus familias y un grupo de trabajadores que les ayudan, se dedican a fondo en el campo. Cuando es hora de plantar, se escoge el sistema que mejor reportará productos durante más tiempo, en lugar de cosechar grandes cantidades de golpe, e ir a vender.
Sus productos se venden en un formato de lista a particulares o en la tienda que tienen en Barcelona ciudad, y sobre todo a los grupos y cooperativas de consumidores de producto ecológico, cada vez más numerosos y buenos conocedores de las virtudes de este tipo de producto, asociado a la idea de una alimentación saludable y responsable.
¿Lo peor de la agricultura ecológica es sufrir y hacer frente a las plagas? «La burocracia», responde Ferran. Y es que toda producción ecológica precisa que sea certificada -en Cataluña, se encarga de ello el Consell Català de la Producció Agrària Ecològica.
Siguiendo las normativas correspondientes, con una buena planificación a la hora de plantar y cosechar, y teniendo una estrategia comercial bien definida, Ferran y Joan han sacado adelante un negocio basado en la confianza de los clientes y un modelo de agricultura que demuestra ser sostenible, también económicamente.