Las vacaciones del payés

Las vacaciones del payés

Hacer vacaciones en una masía de payés? Si retrocedemos unas cuantas décadas, en el campo, de vacaciones, no se hacía nunca. El espluguense José Casellas, payés y cuidador de Can Cortada, explica a sus 92 años que cuando él era un niño, el concepto de las vacaciones no existía.

La masía de Can Cortada, hoy en día. Fachada posterior. Esplugues.

José Casellas ha cuidado toda su vida de la masía y campos de Can Cortada, en Esplugues de Llobregat. Su fabulosa memoria recuerda cómo eran las vacaciones de escuela para los que como él, eran niños de familias de payeses. Para él las vacaciones eran trabajar en el campo.

Josep Casellas y Macià Vila. Al fondo, campos en lo que hoy es el centro de Esplugues.

La conversación con Josep y Pepita Vilà, su prima seguda y también espluguense, gira sobre Barcelona y los alrededores del verano de 1939, cuando José, un niño entonces, termina el curso escolar y como muchos otros días de aquel verano lo que hace es ayudar a sus padres en casa. Como también hacen muchos de sus amigos y compañeros de escuela, cuyos padres son agricultores o cuidan de propiedades y tierras de otros. Hace ya hace muchos años que tiene la costumbre de escribir cada día en su dietario, quizás siguiendo la estela de Rafael de Amat y de Cortada, el barón de Maldà, que pasaba largas temporadas en Can Cortada, la propiedad familiar, escribiendo su «Calaix de sastre».

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Los libros de deberes para el verano

En verano, el tiempo de estudio se había acabado pero no el de ir al campo, porque eso es lo que se hacía entonces durante las vacaciones de la escuela en el Baix Llobregat. No obstante, José explica que cuando finalizaba el curso, los estudiantes tenían un libro de deberes para hacer en verano. Algunas mañanas incluso los hojeaban … Así, a lo que se dedicaba era a ayudar a cosechar las peras, ciruelas, melocotones … Lo que fuera necesario y tocaba recoger para la época.

Niños de la escuela Isidre Martí de Esplugues con la profesora Conxita. Macià Vilà es el niño que viste una camisola oscura. A su derecha, Josep Casellas.

«No te preguntaban –‘quieres venir a ayudar al campo’- … Ibas y punto». Sin discusión. La Pepita Vilà, que ha rescatado las fotografías que podéis ver en esta página, añade a la conversación que no cabía la posibilidad de decir «no puedo o no quiero». «Esto no se le podía decir a la abuela» cuando daba una orden como esta: «Pepita, ve a limpiar el gallinero». Y esto ocurría durante las vacaciones.

Claro que cuando Pepita lo explica, José adopta un gesto de picardía, porque a él nunca le mandaron que hiciese este trabajo. Las sospechas, pues, se desvanecen. Según qué trabajos terminaban en manos de las mujeres. Limpiar el gallinero no era precisamente una tarea fácil y rápida de hacer. Tampoco agradable. Pero como otras tareas en el campo, se hacían si o si.

Las bicicletas eran para la escapada

Macia Vilà, con una bicicleta junto a una cascada que se encontraba detrás de la masía de Can Cortada, lugar por donde hoy pasa una autopista. Años 40.

Por las tardes, pasada la ola de calor, y como en muchos otros lugares, sobre todo en los pueblos, era el momento de salir a la calle a divertirse con los amigos. No todo el mundo tenía bicicleta, que permitía hacer una escapada de Esplugues. También se compartía con los amigos. De idas a la playa, pocas. Más bien, baños en el río, más cerca.

Els Setrilleres. Los jóvenes más altos son Miquel Casellas (izquierda) y Macià Vilà. Entre ellos los gemelos Miquel Casellas (izquierda) y Ramon Casellas. En la plaza Santa Magdalena de Esplugues. Mediados de los años 40.

En el grupo de amigos -y primos- de José se les conocía en Esplugues por «Los aceiteras», porque dos de los niños eran altos y los otros dos más bajitos. Ellos contentos. Al poco tiempo, conocieron unas chicas y empezaron a salir con ellas. Pero el pueblo que entonces era Esplugues, todos les siguieron llamando ‘Els Setrilleres’.

José y Pepita. Verano de 2016. Esplugues.

Con el paso de los años, sí que surgiría la posibilidad de hacer vacaciones. José dice que fue con la llegada del popular 600 y la paga extra de julio que algunas familias pudieron «marchar» de Esplugues para hacer vacaciones en otro lugar. Este hecho trastornaría la vida Espluguense hasta tal punto que José está convencido de que fue por causa de la salida para vacaciones de muchos espluguenses que la fiesta mayor de la ciudad y la fiesta de la cosecha, que se celebraba tradicionalmente el 22 de julio por Santa Magdalena, se trasladó al 21 de septiembre, por San Mateo, para evitar la falta de parroquianos en julio!

Imatges cedidas por José Casellas y Pepita Vilà.

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